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domingo, 21 de febrero de 2010

Marea negra

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En nuestras sociedades el petróleo y sus derivados son imprescindibles como fuente de energía y para la fabricación de múltiples productos de la industria química, farmacéutica, alimenticia, etc.

Por otro lado, alrededor del 0,1 al 0,2% de la producción mundial de petróleo acaba vertido al mar. El porcentaje puede parecer no muy grande pero son casi 3 millones de toneladas las que acaban contaminando las aguas cada año, provocando daños en el ecosistema marino.

La mayor parte del petróleo se usa en lugares muy alejados de sus puntos de extracción por lo que debe ser transportado por petroleros u oleoductos a lo largo de muchos kilómetros, lo que provoca espectaculares accidentes de vez en cuando. Estas fuentes de contaminación son las más conocidas y tienen importantes repercusiones ambientales, pero la mayor parte del petróleo vertido procede de tierra, de desperdicios domésticos, automóviles y gasolineras, refinerías, industrias, etc.




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Vertidos accidentales aparte, los petroleros arrojan anualmente y de forma deliberada más de un millón de toneladas de crudo en las operaciones de lavado de sus tanques. Tradicionalmente, dicha práctica consistía en bombear agua y arrojarla –mezclada con las impurezas de los tanques- de nuevo al mar, antes de volver a cargar crudo. En la actualidad puede realizarse una limpieza menos agresiva: el lavado a chorro con petróleo crudo a alta presión procedente de la carga del propio barco. Esta nueva técnica puede efectuarse durante el proceso de descarga, a fin de evitar aquella importante fuente de contaminación. Las pérdidas accidentales de petróleo aportan un volumen global de unas 100000 toneladas de dicho material a los océanos a lo largo del año. Por otra parte, los vertidos de petróleo, provocados por accidentes como la explosión en 1979 del Campeche en la costa mexicana, a consecuencia de la cual se vertieron cerca de 400000 toneladas de petróleo, o el anterior (1978) hundimiento del Amoco Cádiz en el canal de la Mancha, así como el accidente ocurrido en 1989, del Exxon Valdez frente a las costas de Alaska, son fenómenos de gran espectacularidad.

Las consecuencias de la contaminación petrolera para el ambiente están todavía en curso de estudio e investigación. Los efectos sobre la fauna y la flora son los más perjudiciales, pues a menudo son irreversibles.



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El petróleo que se derrama sobre el mar tarda muchísimo tiempo en ser descompuesto de forma natural, por lo que flota en la superficie haciendo estragos con la salud de muchos animales marinos, particularmente, algunas variedades de aves.



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Fuentes:




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